Año 3. Edición número 146. Domingo 6 de marzo de 2011
Por Priscilla Minotti y Patricia Kandus. Docentes e Investigadoras del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental, Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires.polosur@miradasalsur.com
Inundaciones y sequías del Delta del Paraná. Un proyecto del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la UNSAM da cuenta del fenómeno del Delta del Paraná y otros humedales como reservorios de agua, proveedores de bienes y servicios para la sociedad
En la historia de la humanidad, los humedales fluviales-costeros dieron lugar al florecimiento de importantes culturas debido a la oferta constante de agua y de numerosos recursos naturales básicos. Las grandes civilizaciones de América latina, como Mayas, Incas y Aztecas también se desarrollaron a expensas de recursos extraídos de los humedales. Como contrapartida, durante el siglo pasado se consideró a los humedales como tierras improductivas y focos de generación de enfermedades. Esta visión fue usada como justificación para drenar, rellenar o derivar cursos de agua, ganando así tierras para usos urbanos, agropecuarios o forestales o, en otros casos, permitiendo su inundación completa como consecuencia de la creación de represas hidroeléctricas. En este contexto, hoy más del 50% de los humedales de los países industrializados han sido destruidos y muchos otros han sido severamente degradados. Frente a esto se fue modificando la perspectiva y la tendencia actual propone revalorar estos ecosistemas húmedos –ni terrestres ni acuáticos–, como proveedores de bienes y servicios a la sociedad resultantes de su buen funcionamiento ecológico.
El Millenium Ecosystem Assessment plantea en su evaluación de ecosistemas acuáticos y humedales que la degradación y pérdida de estos ecosistemas y de las especies que los habitan ocurre de manera más rápida que la de los ecosistemas terrestres ya que no se suelen usar esquemas de producción sustentable adecuados a los mismos. En consecuencia, en el marco actual de usos del espacio y de cambio climático se espera una reducción de los servicios de estos ecosistemas debido a pérdida de resiliencia impuesta por los usos no sustentables. Esto puede ser crucial a corto plazo dado que la demanda de agua, uno de los principales recursos de los humedales, se incrementará en el futuro y se prevé una escasez de la misma. Los humedales juegan un papel primordial como reservorios de agua. Por ejemplo, los turbales, que sólo ocupan una superficie equivalente al 3% de la superficie terrestre, son el reservorio del 10% del volumen total de agua dulce del planeta.
El incremento de la población mundial sumada a la producción de biocombustibles implicará una mayor producción agropecuaria, por lo que se espera, a su vez, una mayor demanda por agua en el futuro. Los escenarios de cambio climático plantean, a su vez, un pronóstico adverso para muchos humedales. Una mayor temperatura y una mayor evapotranspiración alterarían los regímenes hidrológicos de tal manera que se espera que los humedales dulceacuícolas reciban una mayor presión para su uso como tierras agrícolas o para la extracción de agua potable. La pregunta que surge, entonces, es si los humedales pueden en estas condiciones ser conservados si la demanda por agua para la agricultura y otros usos no disminuye o incluso tiende a aumentar. Por esto, comprender y aceptar su naturaleza es un gran desafío para poder conservar y usar sustentablemente esta región.
Delta del Paraná. Uno de nuestros grandes humedales, el Delta del Paraná, ganó visibilidad en los medios de comunicación nacionales y extranjeros durante 2008 cuando una serie de incendios de una magnitud y una duración sin precedentes arrasaron gran parte de su territorio y provocaron, además de la destrucción de biodiversidad, la pérdida de vidas humanas.
El río Paraná y sus islas forman parte del Sistema de Humedales Paraguay-Paraná –el corredor de humedales más importante del mundo–, que se extiende desde el Pantanal de Mato Grosso (Brasil) hasta el Río de la Plata (Argentina y Uruguay). Sus últimos 300 kilómetros forman un mosaico de humedales fluvio-costeros que constituyen la región del Delta del Paraná. Además de albergar una rica diversidad biológica, cumple múltiples y fundamentales funciones como la recarga y descarga de acuíferos, el control de inundaciones, la retención de sedimentos y nutrientes, la estabilización de costas, la protección contra la erosión, la regulación del clima, como también una serie de bienes y servicios mejor percibidos por la población urbana que lo rodea como la provisión de lugares para la pesca deportiva y deportes náuticos, áreas de pastoreo ganadero y hasta de recreo en medio de la naturaleza.
Sin embargo, y más allá de algún período floreciente, la riqueza de sus recursos ha contrastado con la marginalidad de su historia socioeconómica, sobre todo en las últimas décadas. Su vecindad con el principal cordón industrial de Argentina, con la ciudad más populosa (Buenos Aires) y con la región pampeana, la más productiva y pujante del país, sumado a su difícil acceso y tránsito, a la falta de políticas sustentables y de planificación regional y, probablemente, al desconocimiento de sus alternativas productivas, opacaron su desarrollo.
Los humedales son ecosistemas difíciles de comprender por el común de la gente, porque son sistemas cíclicamente variables. La riqueza biológica del Delta, su diversidad paisajística, sus procesos biogeoquímicos, la sustentabilidad ambiental de las actividades productivas, los bienes y servicios percibidos, todos dependen del mantenimiento de los pulsos de inundación y seca. Para complicar las cosas, el régimen de los pulsos de inundación es variable a lo largo del tiempo con ciclos estacionales, anuales e interanuales, siendo el principal motor que genera y mantiene los paisajes del Delta.
Inundaciones. La mayor parte de las islas con vegetación son bajas, en forma de cubeta, con un estrecho albardón en el borde y una depresión central. Otros sectores, como el área de islas de Victoria o Las Lechiguanas, corresponden a fases anteriores de la acción fluvial, con menos cursos de agua activos, e islas muy inundables por las lluvias o las crecientes. La gran disponibilidad de cubetas vegetadas, aunque no impide las inundaciones actúa amortiguando, reduciendo los picos de crecida, reteniendo los excedentes de la escorrentía después de las lluvias para luego liberarlos lentamente. Sin la provisión de este servicio, las grandes ciudades y los centros industriales ubicados a lo largo de las márgenes del Paraná se verían afectados de manera directa por semejante volumen de agua.
La pérdida de cobertura vegetal, además, produce una pérdida de hábitats para la fauna silvestre y una disminución de la rugosidad del sistema frente a las inundaciones. En consecuencia, se pierde, al menos en forma temporaria, una de las principales funciones de impacto regional de los humedales, que es su capacidad de amortiguación de excedentes hídricos durante los eventos de inundaciones. Las plantas y animales del Delta se distribuyen en un amplio abanico de condiciones de anegamiento y están sujetas a condiciones hidrológicas variables, dependientes de ciclos climáticos e hidrológicos mensuales, estacionales, anuales e interanuales.
Fuego y sequía. En cuanto al fuego, hay que destacar que en las islas del Delta ha sido una herramienta usada en forma sistemática para la eliminación de vegetación con escaso valor forrajero, favoreciendo el rebrote de pastos tiernos y de mayor palatabilidad para el ganado. También se usa durante la caza de fauna silvestre para acorralar a las presas (nutrias y carpinchos). En los últimos años, la explosiva ampliación de la frontera agrícola ha traído, entre otras consecuencias, el desplazamiento de la ganadería hacia zonas marginales, incorporando a dicha producción ecosistemas frágiles, con suelos poco desarrollados o degradados.
Un claro ejemplo es la región del Delta del Paraná que ha visto crecer aceleradamente su stock ganadero. Durante el año 2008, un inusitado número de focos sumados a las condiciones de sequía y aguas bajas registradas para ese período desencadenaron incendios de intensidad y extensión significativas quemándose el 90% de los juncales. Hasta mayo se quemó cerca del 11% de la superficie del Delta y el 62% de la superficie quemada fueron juncales. Si bien la vegetación se recupera en meses, en muchos sitios el fuego afectó en forma significativa las capas superficiales de los suelos promoviendo una pérdida sustancial de Carbono y Nitrógeno. Se estimó que volver a almacenar el dióxido emitido por los incendios, dada la productividad de los juncales en estos sitios, demora aproximadamente unos 11 años, si no hay alteraciones.
Replantear la percepción. La falta de percepción del deterioro en la capacidad productiva de los humedales contrasta con la experiencia recogida en otras zonas del mundo. En los países desarrollados de zonas templadas la superficie de los humedales se redujo a una pequeña fracción de su abundancia original. En consecuencia, las normativas ambientales actuales tienden a revertir este proceso y a recuperar los bienes y servicios ecológicos perdidos. Sobre este punto se enfoca el proyecto del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental –3iA– de la Universidad Nacional de San Martín, que determinó que resulta indispensable que nuestra sociedad replantee su conocimiento sobre los humedales y logre valorar los servicios ecológicos que estos ecosistemas brindan con relación a los modos de producción actuales.
Se trata de una propuesta que contempla elaborar y aplicar herramientas para la evaluación en tres aspectos técnicos cuyo desarrollo en forma integrada es original en nuestro país: de la integridad ecológica de los humedales de la región del Delta del Río Paraná, de la sustentabilidad ambiental de las modalidades productivas actuales y de la vulnerabilidad del sistema en el marco de los escenarios futuros de cambio climático. Para esto se están desarrollando y validando protocolos de inventario y monitoreo de humedales que puedan ser incorporados para el cumplimiento de compromisos internacionales, esquemas de ecocertificación, producción ambientalmente sustentable y estudios de impacto ambiental en humedales. De este modo, los resultados esperados contribuirán a la valoración y planificación del uso sustentable de los ecosistemas de humedal en el marco de programas de adaptación y/o mitigación frente a los cambios ambientales pronosticados.
HUMEDALES EN SUDAMÉRICA
• Los humedales del continente ocupan más de 1 millón de KM2.
• En la Argentina, cerca del 23% del territorio corresponde a humedales o al menos incluye ecosistemas de este tipo.
• La región del Delta del Paraná ocupa cerca de 17.000 KM2 a lo largo de los últimos 300 kilómetros del Río Paraná.
• El río Paraná drena una superficie de 2.310.000 KM2 y es considerado, por su extensión, tamaño de su cuenca y caudal, el segundo en importancia de Sudamérica y el cuarto en el mundo.
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http://sur.infonews.com/notas/humedales-por-que-es-importante-su-conservacion
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