12/7/20

Sobre la rezonificación del Tajiber: "Hay que revisar esa medida"

UNA MIRADA ESPECIALIZADA DEL DELTA DEL PARANÁ, SU POTENCIAL Y SUS PROBLEMÁTICAS

El actual Presidente de Parques Nacionales es el Ingeniero Agrónomo y Doctor en Ciencias Ambientales Daniel Somma, un hombre de estrecho
vínculo con nuestra ciudad y el sector de islas que dialogó con La Auténtica Defensa para analizar la situación tras la emergencia ambiental que
se declaró en Entre Ríos y Santa Fe por la quema de pastizales; la posibilidad de enmarcar la zona como Reserva Nacional; y el desafío del
Parque Nacional “Ciervo de los Pantanos”, del cual fue un impulsor en sus orígenes en Otamendi.

En junio, la quema de pastizales en el sector de islas del Paraná de las provincias de Entre Ríos y Santa Fe generó una problemática que llevó a declarar la emergencia ambiental en la zona y, posteriormente, derivó en que el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, hiciera pública la posibilidad de declarar al Delta como Reserva Nacional. En este marco, La Auténtica Defensa pudo dialogar con el Presidente del Directorio de Parques Nacionales, Daniel Jorge Somma, un hombre muy vinculado a la ciudad de Campana, donde desarrolló parte de su vida profesional y donde fue impulsor de la Reserva Otamendi que hoy se transformó en el Parque Nacional “Ciervo de los Pantanos”. “Con la gente de Campana yo tengo un compromiso afectivo muy grande. Gran parte de mi vida profesional la desarrollé en Campana y la zona.
Trabajé en Compañía Sudamericana de Fósforos, en el Tajiber. Y del 2009 hasta 2019 estuve trabajando en INTA Delta, en Otamendi (fue Director del Centro Regional Buenos Aires Norte del INTA). Así que parte de mi lugar en el mundo es toda la zona de Otamendi, Campana, Zárate y las islas”, explica, al tiempo que resalta dos nombres con quienes se formó en aquellos años en la Producción Forestal Sustentable: los ingenieros agrónomos Raúl Suárez (ya fallecido) y César Fuentes (“quien todavía está en Campana”). Y también recuerda al Doctor Jorge Morello, quien fue su “maestro” en Parques Nacionales. La formación académica de Somma comenzó con el título de Ingeniero Agrónomo que alcanzó en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero posteriormente realizó una Maestría y un Doctorado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Wageningen, de Holanda. “Yo tengo un costado que tiene que ver con la conservación de la naturaleza y la planificación territorial; y la investigación en metodologías vinculadas a eso (NdR: también fue Director Nacional de Conservación de Áreas Protegidas en la APN desde febrero 2000 a agosto 2001).
Me formé en Holanda en postgrado con esos temas: planificación y ordenamiento territorial, relacionado con Parques Nacionales. Pero también tengo un compromiso con la producción agropecuaria y forestal que se complementa con este otro perfil profesional, vinculado a los sectores productivos en los Humedales y particularmente con la gente de Islas; vinculado a los forestales con los sistemas silvopastoriles, los pequeños productores con sus distintas perspectivas de manejo de agua; y finalmente también con los pescadores artesanales.

Son tres líneas de trabajo: conservación, producción sustentable y humedales). Y, particularmente, aprendí de tres Profesores holandeses (Huub van Lier, Rob Jongman y Ron van Lammeren) que cuando se aborda el territorio se debe tener una mirada en la producción y otra en la conservación con especial atención a lo que ocurre en los ecosistemas. Porque la continuidad de la producción funciona a partir de mantener los ciclos ecosistémicos que dan lugar a contar con suelo, agua y que, además, tanto el agua como el suelo no se degraden”, explica.

-De la teoría a la práctica, ¿cuál es el desafío en el territorio? -En la formación de posgrado se me presentó una mirada muy interesante, de no tener una visión unidireccional. De tener en cuenta que, de manera muy esforzada, los productores tratan de seguir adelante con los ciclos y con la incorporación de tecnología. Y que, por otra parte, otro sector de la comunidad le presta atención a aquellos aspectos que hacen a la conservación de la naturaleza y las especies. Y creo que el gran desafío para nosotros, como gestores del territorio, es tratar de encontrar una continuidad en los dos planos: una producción sustentable, que tenga rentabilidad y mejor calidad progresivamente, con productos de mejor inserción en el mercado; y una continuidad de los procesos naturales en los ecosistemas, que en la nomenclatura científico-tecnológica moderna se menciona como la continuidad en la producción de bienes y servicios ecosistémicos, donde incluimos la biodiversidad e incluimos la calidad del agua y la conservación de los suelos. La isla nos aporta varios servicios muy importantes como son, entre otros, la amortiguación de crecidas y el filtrado de contaminantes. Y, la continuidad de esos servicios nos reclama que tengamos especial atención. Pueden ocurrir algunos procesos productivos de la propia isla o procesos que el Río Paraná, como el gran vector de la región colecta de algunas situaciones del continente (“tierra firme”) que son muy negativas, y que luego empiezan a impactar contra estos bienes y servicios ecosistémicos. El uso excesivo de agroquímicos en la Región Pampeana podría estar impactando, y ya se verifica en algunos lugares, por el acarreo de aguas contaminadas al gran colector de la Región: el Río Paraná. Y estaría afectando, entre otros factores a, la calidad del agua. En este sentido, creo que las comunidades de Campana y Zárate tienen bien presente una situación actual delicada en torno a la calidad del agua, contando al Paraná como nuestro gran capital en términos de producción de agua potable. Nuestro desafío como comunidad es poder mantener esos dos planos en un marco de retroalimentación, pensar cómo podemos mejorar los sistemas productivos, pero a la vez pensar cómo podemos sostener el funcionamiento de los ecosistemas, de manera tal que no haya impactos en la flora, la fauna, los suelos y el agua. Ese es un desafío central. Y de alguna manera, el rol que nos delega el ministro Juan Cabandié es poner un ojo en cada línea: uno en la producción y otro muy importante y delicado en que no se vean afectados los ecosistemas.
-¿Qué variantes presenta el Delta del Paraná en su extensión respecto a la problemática que se dio con la quema de pastizales?
-Nosotros, cuando hablamos del Delta, en la extensión que tomamos en su conjunto desde Diamante como pre-Delta hasta la desembocadura tanto del Paraná Guazú como del Paraná de las Palmas en el Río de La Plata, tenemos una heterogeneidad importante. Por eso, con los colegas del ámbito académico decimos que el Delta es un mosaico de distintos humedales. Tenemos que tener un ojo dedicado a los distintos Deltas que encontramos, esas distintas unidades dentro del Delta. En lo que es la zona que le preocupa a las comunidades de Campana y Zárate, que en gran medida es una de las zonas con mayor nivel de tecnología en la producción silvopastoril, forestal y ganadera, entendemos que los productores han hecho un esfuerzo muy grande para tratar de afectar en la menor medida posible los ecosistemas; que su producción sea sustentable. Y han diseñado en todo su entramado, independientemente de la mayor o menor intensidad en el manejo del agua, un conjunto de parches de hábitat natural o que va aportando alguna remediación a lo que era lo natural anteriormente. Para poder, de este modo, conservar la flora y la fauna en esa red de corredores ecológicos. Y después, en aquella otra zona que es más cercana a la ciudad de Rosario y Victoria, la dinámica es distinta y se da un tipo de ganadería con menor intensidad de manejo, donde la ocurrencia y el manejo de quemas prescriptas, a veces no tiene ni la planificación técnica ni el ajuste necesario en un cronograma de trabajo para considerar que podés tener situaciones meteorológicas o una condición de humedad de suelo o pastizales que han acumulado mucho material combustible. Y esto puede generar una especie de agrupamiento de fuegos que deviene en un impacto muy grande en cuanto a humo y ceniza, que afecta el corredor ferrovial y fluvial más importante del país que es el corredor Santa Fe-La Plata.
-En ese sentido, ¿cuál es el desafío que enfrentan como planificadores territoriales?
-Trabajar con los productores sobre cuál es el lugar que puede tener el fuego en un mosaico de humedales. Hay una parte de la Academia que tiene mucha oposición a incorporar el fuego como herramienta de manejo dentro de un humedal, por la producción de cenizas, por la turbidez que le agrega al agua, que puede impactar sobre la fauna, y particularmente, sobre la fauna ictícola. Hay una parte de la Academia que dice que es muy delicado utilizar el fuego como herramienta en los humedales. Y hay otra parte que argumenta que se puede manejar si establecemos una planificación y vamos quemando por parches, con diseño de cortafuegos y un equipo de control preventivo (por si “se escapa” la quema prescripta), en un mosaico con quemas controladas, de manera que no impacte con un gran volumen de ceniza y de humo en el tiempo. Esto es discutible, y hay polémica y debate en el ámbito científico- tecnológico. Ahora: a nosotros la comunidad nos va a pedir respuestas en el territorio y en ese sentido yo tengo que plantear que el fuego es una herramienta muy importante, pero también muy delicada en su manejo; y en torno al núcleo urbano continuado que tenemos desde Santa Fe a La Plata, es una herramienta que habría que usar con mucho cuidado y una planificación muy ajustada. En torno a esta configuración, debemos plantearnos si estamos efectivamente en condiciones de garantizar esa precaución y respetar rigurosamente la planificación de quemas prescriptas. De lo contrario, estaríamos ante un riesgo muy grande.
-¿Qué aprendizaje se puede obtener de experiencias en otros países?
-En otros países, vos como productor tenés que presentar tu plan de quema prescripta, tu diseño de cortafuegos y se te asigna una fecha tentativa. E, incluso, si en esa fecha tentativa, las condiciones meteorológicas cambian, es muy probable que la agencia ambiental diga “usted hoy no puede quemar” porque, por ejemplo, la intensidad del viento es mayor al pronóstico que se manejaba en la Zona. Nosotros estamos en una situación en la que hubo una cantidad de eventos de fuego muy importantes, con una coalescencia muy importante (se agruparon muchos fuegos en una superficie extensa), por la cantidad de material combustible, el viento que lo trasladaba y la bajante del río Paraná. En esa condición hay que ser muy prudente y quizás hay momentos en los que vos, directamente, como autoridad de la gestión del territorio y los recursos naturales, tenés que plantear claramente que no están dadas las condiciones para utilizar el fuego como herramienta. Y el ajuste de esas condiciones siempre debe ser contexto-dependiente. En Parques Nacionales tenemos práctica del manejo del fuego, por ejemplo, en el Parque Nacional El Palmar, porque ese bosque de Palmeras Yatay es lo que se llama una sábana pirogenética con palmares y sabemos que la palmera está adaptada al fuego, a diferencia de lo que ocurre con un sauce o un álamo. Hay tipos de vegetación que vos podés manejar con fuego sin mayor impacto. Por eso, ante la posibilidad de utilizar el fuego como manejo, yo entiendo que tenemos que ir a una apreciación muy prudente y con apoyo profesional en la zona para que no termine deviniendo en un impacto muy grave en tu ámbito productivo o en un impacto sobre los vecinos o sobre las ciudades del entorno y la red vial.
–La clave no está en la regulación, sino en la aplicación y el control
-Exactamente. Pero también en la planificación regional, porque puede llegar a darse el caso de que la condición circunstancial de la zona o la región tenga un volumen tal de material combustible que haga que ese momento sea muy delicado, por lo que se debería trabajar en una forma muy prudente y muy justificado en el tiempo. Si no tenemos la situación que se dio semanas atrás, con una acumulación de eventos de fuego que nos termina impactando sobre el eje urbano Santa Fe-Rosario-San Nicolás.
-Situaciones que, además, demandan una cantidad de recursos que no están disponibles. -Tal cual. Aparte, con afectación de la salud de la gente, porque a mucha gente que tiene problemas respiratorios, esa condición de humo le resultó una situación muy delicada. Por eso, el fuego como herramienta de manejo de ecosistemas es una herramienta que hay que administrar y manejar con mucha prudencia y requiere de apoyo profesional.
-La posibilidad de tomar medidas más estrictas en una zona del Delta, convirtiendo el espacio en Reserva Nacional, ¿podría generar modificaciones o transformaciones en la zona?
-En la propia ley de Reserva Nacional hace referencia a la posibilidad de la continuidad de la explotación agropecuaria con condiciones y algunas prácticas que deben ser, desde el punto de vista del manejo del ecosistema, una producción sustentable. Esta producción sustentable, que podría ser ganadería de isla, con buen manejo del pastizal, puede tener continuidad aún dentro del marco de una Reserva Nacional. Para el caso de la provincia de Buenos Aires yo creo que debe haber un trabajo participativo, al igual que en Santa Fe y Entre Ríos, junto con el productor isleño, en el tipo de planificación que se tiene que a plantear. Sea esto que participe Parques Nacionales y, por supuesto, las agencias ambientales de cada provincia.
-En esta problemática que se está analizando y trabajando, principalmente en la zona de Santa Fe y Entre Ríos, ¿dónde queda ubicado el sector de islas de Campana y Zárate? -El Delta bonaerense, desde San Nicolás hacia el sur, no ha entrado en esa dinámica de situaciones delicadas en relación con el manejo del fuego.
-La perspectiva de ser parte de una Reserva Nacional, ¿le puede sumar al productor?
-En el horizonte que puede suponer la certificación forestal, te da un sello de calidad el hecho de que tu producción se lleva adelante en una Reserva Nacional que tiene un marco de sustentabilidad. Pero creo que todo este tipo de propuestas hay que trabajarlas con los productores isleños. El tipo de zonificación y planificación territorial hay que hacerla con el isleño, considerando sus sistemas productivos, su cultura y, con el poblador y productor isleño, encontrar juntos cual es la mejor manera, con la aplicación de ciencia y tecnología, con la que podemos ir todos a ese desafío que planteaba antes: alcanzar mejor calidad en nuestros ecosistemas y en la producción de bienes y servicios ecosistémicos y, a la vez, mejor calidad en la producción comercial, que pueden ser los sistemas silvopastoriles, la apicultura (con una líder científica histórica como Laura Gurini y su discípula Carolina López) y, para los pequeños productores, además la pesca artesanal. Creo que ése es un desafío que se puede analizar perfectamente y compartir en términos de mejora de los sistemas productivos y con espacio para la conservación de la biodiversidad en el Delta. Está la madurez de los productores, a muchos de ellos los conozco hace más de treinta años y con varios nos une una larga amistad; y, particularmente, en la zona del Delta Bonaerense con los municipios de San Nicolás, San Pedro, Baradero, Zárate, Campana, San Fernando, Escobar y Tigre, hay un gran trabajo de INTA Delta, del CONICET (Exactas y Agronomía de la UBA, la UNSAM, Forestal de la UNLP), de Parques Nacionales con los productores y pobladores (representados en AFoA, en la Cooperativa de Productores Forestales de Tigre, los Grupos de Cambio Rural y en otras organizaciones), con diseño de corredores ecológicos (con un gran compromiso de Natalia Fracassi de INTA), que en gran medida da respuesta a estos desafíos.
-¿Qué potencial tiene el Delta del Paraná? ¿Y cuánto de ese potencial falta desarrollar?
-El Delta como macromosaico de humedales tiene un potencial productivo muy importante con la mejora de los materiales en los sistemas forestales y en eso tenemos el aporte de INTA Delta, que ha tenido continuidad en el tiempo y le viene brindando al Productor mejores clones de álamo y sauce permanentemente, con lo cual tenés mejor calidad de madera, una producción con turnos de corta más acotados en el tiempo, con mayor velocidad de crecimiento; y a la vez se están mejorando mucho los sistemas silvopastoriles, el manejo del ganado, tanto a lo que hace la rotación del ganado dentro de la quinta forestal como al manejo del campo natural. Eso, considerando los sistemas productivos. Y en la relación con la conservación de la naturaleza y la continuidad de la producción de bienes ecosistémicos, ahí creo que tenemos un desafío: cuánto nosotros tenemos que mantener el Delta en la condición actual para no perder esos dos servicios ecosistémicos clave que son la amortiguación de crecidas, por una parte; y también, el otro servicio ecosistémico muy importante que es el filtrado de contaminantes.
El Paraná funciona a veces como colector de problemas ambientales que se dan en continente, en tierra firme. Nosotros tenemos que mantener el Delta como ese gran pulmón de biodiversidad, de producción sustentable silvopastoril y de agua potable de un eje poblacional donde están las dos terceras partes de los habitantes del país.
-¿Y cuánto espacio queda para la recreación y el turismo en el Delta? Un tema que en Campana siempre se dijo que fue desaprovechado.
-Yo creo que tenemos una oportunidad para trabajar, en particular en relación con el Parque Nacional Ciervo de los Pantanos con las comunidades de Campana, Zárate, San Fernando y Escobar. Nosotros comenzamos con Rodolfo Burkart y Ubaldo Ochoa en el año 1989 con la Reserva Otamendi, cuando no había nada. Y ahora tenemos un Parque Nacional. En esta progresión tenemos que aprovechar tanto ese Parque Nacional como el recurso paisajístico que tiene la comunidad isleña, por ejemplo, en Río Carabelas, hay una cantidad de lugares del Delta que son desconocidos para el gran público y tienen un valor paisajístico y de calidad de vida muy grande. Y por esos espacios tenemos que interactuar con el productor isleño para que también haya un espacio para el turismo y la recreación en islas. Y recuperar, sobre todo para la población de Campana, la ribera del Paraná en la zona del Parque. Que pueda llegar a ser un ámbito de recreación para toda las familias de la Zona.
-¿Qué significa para usted que la Reserva Otamendi hoy sea un Parque Nacional?
Para mí, personalmente, es un compromiso grande para acompañar al colega que está como Intendente, el Ingeniero Sebastián Coll, por quien tengo un gran aprecio y respeto profesional. Y acompañarlo también con los colegas de INTA Delta con quienes tenemos una profunda amistad y una coincidencia en cuanto a que tenemos que poner en valor ese paisaje y ese ámbito de conservación y producción de esa zona núcleo-forestal. En particular con el Ingeniero Darío Ceballos, el Director de la Estación Experimental INTA Delta, con esas compañeras y compañeros, de todos quienes guardo un recuerdo entrañable, pudimos forjar un espacio de trabajo esforzado y solidario; el Coordinador de Investigación de la Unidad, el Ingeniero Javier Álvarez, un científico brillante y mejor persona y un luchador incansable como el Ingeniero Manuel García Cortés.tenemos que recuperar ese espacio de la costa del Paraná para todas las barriadas de Campana, ponerlo en valor, que puedan acceder con un buen camino y que la familia pueda disfrutar de ese espacio costero de recreación y esparcimiento. Pensamos que podemos dar esa respuesta. A mí me genera mucha emoción, realmente… Nosotros arrancamos de la nada con la Reserva Otamendi, llegando en una camioneta vieja para iniciar ese vivero y dormíamos con Ubaldo Ochoa en la chata y la cabina de la camioneta o en el piso de la oficina de la Reserva a medio terminar. Porque queríamos poner todo en marcha con mucho entusiasmo. Y hoy nos encontramos que tenemos una posibilidad de tener un área de recreación y que aporte al desarrollo local: ¡Un Parque Nacional que tiene mucho valor!. Y vamos a jugarnos enteros por responder a ese desafío.

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