Comunicado de la Red de Organizaciones y Vecinos de la Cuenca del Río Luján: “El nuevo Parque Nacional Ciervo de los Pantanos nace amenazado”
Hace unos meses organizaciones ambientalistas y vecinales festejamos el proyecto de creación de un nuevo Parque Nacional. Nos referimos al futuro Parque Ciervo de los Pantanos que integrará, a las actuales 3.000 hectáreas de la Reserva Natural Otamendi, otras 1.500 de la Reserva Natural Río Luján. La prensa local nos informaba que la Administración de Parques Nacionales (APN) firmó en octubre pasado un Convenio Marco de Colaboración Institucional con la Fundación Humedales “para la realización de actividades de interés común, en particular relacionadas a proyectos orientados a conservar la biodiversidad mediante el manejo integrado de cuencas y sus humedales asociados”(Fuente: La Auténtica Defensa, 02/02/18).
Si bien la constitución de este espacio protegido es una noticia muy alentadora para la conservación de los humedales de la zona, existen una serie de amenazas a su integridad. Como en toda cuenca, lo que ocurre aguas arriba repercute aguas abajo y la cuenca del río Luján no es la excepción. Por lo tanto, el futuro Parque Nacional Ciervo de los Pantanos que se ubicará en la cuenca baja del río Luján y el Delta del Paraná, será receptor de varios de los impactos que recibe el río en su recorrido de 128 Km.
Dos de los principales impactos son la contaminación y la alteración hidrogeológica. La primera es resultado de los efluentes líquidos (industriales y agrícolas) y de los residuos sólidos de todo tipo que, con escaso y casi nulo control de las autoridades competentes, son arrojados al río Luján y sus arroyos tributarios. Como lo demuestran diferentes análisis, sus aguas contienen metales, pesticidas y otras sustancias peligrosas.
La segunda problemática, la alteración hidrogeológica, es producto (entre otros factores) del avance de emprendimientos inmobiliarios e industriales que rellenaron zonas antaño anegables, ocupando unas 10.000 hectáreas aproximadamente. Esta modificación ha tomado estado público debido a que ha modificado el escurrimiento del agua y contribuido a las recurrentes inundaciones de los últimos años.
A fin de mitigar estas inundaciones, el estado provincial se propone llevar adelante una serie de obras hidráulicas que, en algunos casos, no representan una solución sino más bien generará nuevos problemas pues afectará el funcionamiento del ecosistema de humedales. Uno de los aspectos más sensible que puede verse alterado es la recarga de los acuíferos (napas de agua subterráneas) de los que la población se abastece de agua potable.
La primer obra, que ya se ha comenzado, es la ampliación del Canal Santa María (un canal aliviador ya existente que atraviesa la actual Reserva de Otamendi uniendo el río Luján con el Paraná de las Palmas) y la construcción de otro nuevo, paralelo al existente. El informe, elaborado por una Comisión Evaluadora (integrada por profesionales de excelencia) contratada por la Administración de Parques Nacionales para analizar los impactos de la obra, concluye que no se ha hallado una justificación razonable para la ampliación del Canal Santa María pues sus eventuales efectos beneficiosos no se ven reflejados en una mayor protección contra las inundaciones en el área de influencia de las obras (la Cuenca Baja del Río Luján), donde las inundaciones están fuertemente influenciadas por los niveles líquidos en el Río de la Plata y en el Río Paraná de las Palmas. Apenas se aumentará un 7% más la capacidad de descarga del canal.
Incluso la Evaluación de Impacto Ambiental y Social elaborada por la propia Dirección Provincial de Obras Hidráulicas (quien llevará a cabo la obra del canal), reconoce que el humedal tiene una importante función, al frenar el escurrimiento del agua hacia el Río de La Plata y permitir que el agua quede estancada y pueda ir lentamente filtrándose, empapando el suelo de donde la pueden tomar las plantas y llega hasta la napa de donde la podemos extraer como agua potable. Textualmente dice “Si no existiera este humedal el escurrimiento rápido de las aguas hacia el mar provocaría la pérdida de agua dulce y la salinización del agua de la napa.”
Es decir que se reconoce el valor del humedal pero igualmente se lo destruye y rellena. El relleno de una parte del mismo se hará con los suelos que se extraerán de la construcción del nuevo canal aliviador y se depositarán en el predio de un emprendimiento privado inmobiliario, que se verá beneficiado con el alteo. Por su parte, no se sabe con certeza el destino que se dará a los barros extraídos del canal Santa María y que están contaminados con metales, hidrocarburos, etc.
Las otras obras hidráulicas planteadas para la cuenca soslayan esta valiosa información y agravarán la situación porque implican el ensanche de tres tramos del río, que juntos suman 48 km. Esto drenará aún más rápidamente el agua de los humedales y alterará su funcionamiento, generando un fuerte impacto en el nuevo parque nacional y en la recarga de los acuíferos. Esto es particularmente grave cuando, uno de los mayores consumidores de agua de la cuenca, el Parque Industrial de Pilar , tiene previsto ampliar su capacidad un 40 % y, además, avanza el Parque Industrial de Loma Verde (Escobar), a escasa distancia del nuevo Parque Nacional.
Por lo tanto, la contaminación y las obras hidráulicas amenazan al nuevo Parque y también a la calidad y cantidad de agua indispensable para la sobrevivencia de la población y su producción.
La opinión de la ciudadanía que vive y conoce el territorio, si bien no es vinculante, aporta un análisis de situación tan importante como los cálculos realizados desde mapeos satelitales, planillas Excel y proyecciones matemáticas. La falta de constitución del Consejo Consultivo del Comité de Cuenca del río Luján es una deuda para con los habitantes del lugar que no poseen este espacio para expresar las serias dudas que generan estas obras:¿Por qué y para qué se encaran estas costosas obras? ¿En beneficio de quién? Así, se ven vulneradas las garantías constitucionales (art. 41), e incluso, lo declarado en el mismo Plan Integral de Regulación y Saneamiento para la cuenca, que la provincia de Buenos Aires ha tomado como base para las obras que se proyectan realizar.
El río no es una sucesión de segmentos estancos, por ende, lo que se modifica en la cuenca alta repercute en la baja, y viceversa. Se cuenta como experiencia con la desidia e ineficacia del saneamiento del río Reconquista. Allí también los hechos demuestran que el planteo de organizaciones ambientalistas y vecinales estaba y está en lo cierto. El río sigue contaminado.
La terrible sequía que sufrimos desde hace meses deja adormecidos los reclamos de los inundados de Luján y de otros municipios. Desde la función pública se suele responder tarde, de manera irreflexiva, con intereses electoralistas. Es necesaria una visión global del problema, no simplemente ingenieril, que mitigue el drama de la inundaciones pero preserve las importantes funciones de los humedales y sancione a los que contaminan.
Fuente: Enlace crítico
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